Diarios de Activismo: Educación, la esperanza de una vida mejor
“Tenes que estudiar porque lo que tenes acá (señalando a la cabeza) no te lo saca nadie, es tuyo” eso me repetía constantemente mi abuela cuando iba a la escuela. Enseñándome, desde muy chica, que la educación era todo.
Me di cuenta que muchas personas tienen un recuerdo similar. Recuerdan a sus abuelos hablándoles de lo importante que es la educación, que tenían que ir a la escuela, que tenían que estudiar. Esa creencia los llevó a hacer lo imposible para que sus hijos estudien porque veían a la educación como una esperanza, la esperanza de acceder a oportunidades que ellos no tuvieron.
En estas historias, estos abuelos eran normalmente de contextos vulnerables y no pudieron completar su educación primaria o secundaria. Y aún cuando no pudieron terminarla, creían fervientemente en que esa era la clave para una vida mejor. ¿Te imaginas ser consciente de que ir a la escuela, a la universidad, no es una opción para vos? Que por más que quieras, por más que lo intentes, tu realidad no lo permita. Que sea un sueño tan grande, tan fuera de tus posibilidades, que ni siquiera puedas permitirte soñarlo.
No se trata de meritocracia, está muy lejos de eso. Se trata de que no todos partimos del mismo punto de salida y que para algunos es mucho más difícil llegar al mismo objetivo. Estas dificultades pueden ser de muchos tipos: que vivas en una comunidad alejada de la escuela, que aún cuando la escuela sea pública y accesible no tengas para comer, que tengas que trabajar para ayudar a tu familia aunque sigas siendo un niño, que estés embarazada siendo adolescente, que no hayas podido acceder a una educación sexual de calidad, que la universidad sea paga y no tengas los recursos, que quieras ir a la universidad pero tenes una familia a la que mantener.
Existen millones de dificultades más pero todas tienen la misma raíz: la desigualdad. El lugar donde naciste y el nivel socioeconómico de tu familia definiendo todas las oportunidades a las que no vas a poder acceder el resto de tu vida.
Pero ¿por qué es tan importante la educación? Porque te da la posibilidad de soñar con ser lo que sea que quieras en esta vida. Te da la oportunidad de decidir, de ser independiente, de crecer tanto como quieras, de romper los techos de cristal que existan encima tuyo y de llegar tan lejos como lo desees. Te da la oportunidad de tener una vida mejor.
No acceder a la educación te condena a tomar cualquier trabajo que puedas, sin importar el rubro o la paga porque necesitas vivir de algo, proveer para tu familia y poner un plato de comida en la mesa al final del día. Te expone al trabajo precarizado, sin seguros médicos, sin paga justa y sin estabilidad económica.
La forma en la que estas personas, muchos de nuestros abuelos, describen a la educación, es avasallantemente bella. Porque sus ojos se llenan de esperanza, porque la educación simboliza la salida de la pobreza, la esperanza de “ser alguien en esta vida”.
Pero esta descripción de la educación, por quienes no pudieron acceder a ella, también esconde mucha tristeza. Porque esconde detrás una resignación, un duelo, de la vida que no pudieron tener, de las oportunidades a las que no pudieron acceder.
¿La educación significa tanto para vos? Alguna vez te detuviste un segundo a pensar ¿qué significa la educación para vos? ¿Qué lugar tiene en tu vida? Para quienes tuvimos el privilegio de tener la educación asegurada probablemente nunca nos detuvimos a repensar su significado, nos vimos insertos en el sistema educativo y continuamos dentro de él hasta llegar a la universidad casi como si fuera algo natural. Recuerdo que en mi último año del secundario era una pregunta común ¿qué vas a estudiar? Nunca pasó por mi cabeza pensar que alguien no iría a la universidad, no parecía siquiera una posibilidad.
El problema es que, al contrario, la pregunta ¿qué vas a estudiar? para muchos no es una posibilidad. Para septiembre de 2022, 250 millones de niñas y niños en el mundo no asistían a la escuela. Millones de historias que quedan en el olvido porque no salen en los diarios, porque es algo qué pasa todos los días, algo tan común que está naturalizado. Millones de personas con sueños “demasiado grandes” para su realidad.
Esta lucha: lograr que todos puedan acceder a una educación de calidad, se trata de igualdad de oportunidades y de romper con círculos de desigualdad estructural que te son impuestos desde el día que naces. Si pudiste acceder a una educación de calidad no se trata de hacerles un favor a los que no, se trata de trabajar por nuestro futuro compartido. Se trata de luchar por uno de los derechos más viejos, más aceptados en la mayor parte del mundo, pero que está lejos de ser realidad. Se trata de asegurar el futuro de nuestros países y de nuestras regiones por el desarrollo económico que puede conseguir una población con mayor acceso a la educación superior.
Siendo conscientes de esta realidad, siendo conscientes que muchos de nuestros abuelos no pudieron acceder a la educación y que hoy en día es como si nada hubiera cambiado, como si se estuviera repitiendo la historia, no veo otra reacción más que indignación y no veo otra respuesta posible más que hacer algo al respecto.