Diarios de Activismo: Síndrome del impostor

Sentir que somos impostores, que no merecemos lo que logramos, no saber celebrar o asimilar nuestros logros, o pensar que en cualquier momento alguien nos va a “descubrir” y a darse cuenta de que no merecemos estar donde estamos, o llegar a donde llegamos, es un sentimiento que muchos sentimos, que viene en olas, a veces más fuerte, a veces menos. No importa cuántas cosas lograste, que hayas conseguido x trabajo, reconocimiento o premio no te exime de sentirte así, un impostor. Es por eso que hoy quise escribir sobre esto.

Pensar en esto me llevó a, en mis recuerdos, volver mucho en el tiempo, a un recuerdo que casi había olvidado. En la secundaria, cuando estaba en el último año, recuerdo la pregunta más frecuente era ¿qué vas a estudiar?, yo ya hacía un tiempo había decidido que quería estudiar relaciones internacionales, así que esa era mi respuesta. Un día cuando me preguntaron y respondí eso, una compañera me dijo “pero… ¿esa carrera no es para personas que tienen contactos? No se si después puedas encontrar trabajo si no los tenés”. Yo no tenía “contactos”, mis padres eran de familias humildes, mi mamá fue la primera en recibirse de la universidad en su familia, es médica, papá seguía estudiando en la universidad y nunca nadie de mi familia había trabajo en nada que pueda relacionarse con relaciones internacionales. Ese comentario me hizo pensar mucho, me hizo dudar; si yo no tenía contactos, ¿valía la pena estudiar eso? ¿cuál era el sentido? capaz eso no era para mí. Esa duda me hizo pensar si capaz no era mejor bajar mis expectativas, estudiar otra cosa, algo que fuera más “alcanzable” o “cerca de mis posibilidades”. Cuando se lo conté a mi mamá, ella me miró fijo y, me acuerdo exactamente lo que me dijo “Sofía, me sorprende, especialmente viniendo de vos y me decepciona mucho que quieras aspirar a menos de lo que sos capaz”. Ella creyó en mí incluso antes que yo misma.

A veces es necesario volver atrás, recordar cómo empezó todo, y esos momentos que entonces no se veían así pero serían momentos bisagra en nuestra historia para entender y valorar hasta dónde llegamos. Ese recuerdo tuvo lugar 11 años atrás, ¿quién hubiera dicho que 10 años después estaría en un escenario de Naciones Unidas? ¿Cómo una chica sin contactos, de clase media, siendo de una provincia que ni siquiera es una de las más grandes o pobladas de Argentina, llegaría hasta ahí? Incluso a mí misma me cuesta creerlo a veces. Ni en mis más locos sueños creía que eso pasaría, pero pasó.

El otro día, grabando entrevistas durante el ECOSOC Youth Forum, una activista que admiro mucho, Inés Yabar, mencionó lo siguiente: “Mucha gente suele ver el final de nuestros viajes, pero no dónde empezaron, mi viaje empezó 12 años atrás recogiendo plástico en la playa”. Me dejó pensando mucho, mucha gente suele ver el final de nuestros viajes, jóvenes en las Naciones Unidas, como si siempre hubiéramos sabido que nuestro “destino” era ese o como si siempre hubiéramos confiado en nuestras habilidades, en mi caso no fue así por lo menos.

En la secundaria yo tenía más dudas que certezas, incluso luego de decidir que iba a estudiar relaciones internacionales, a pesar de todo (las dudas por no tener contactos), sentía que no sobresalía en nada, como si todos tuvieran un talento (ser bueno en deportes, en matemáticas, hablando en público), menos yo. Todas las cosas que sé hacer tuve que buscarlas: habilidades, conocimientos, tuve que practicar mucho mucho. Costó, y muchas veces desee tener esas virtudes sin esfuerzo, pero al final valió la pena, me enseñó que si quiero algo tengo que buscarlo, seguir intentando, hasta que “llega”. Algo que siempre quise hacer bien es hablar en público, pero eso si que no me salía bien, cada vez que tenía que exponer, dar una presentación o discurso me ponía demasiado nerviosa, me olvidaba lo que tenía que decir, miraba al papel sin despegar la mirada, me quedaba en blanco o literalmente podías verme temblar algunas veces. Practiqué mucho y también pasé muchas veces vergüenza quedándome en blanco cuando presentaba un tema pero al fin lo logré. Hoy veo un video mio hablando y digo que locura, ¿esa soy yo? qué lejos llegamos.

También cuando confiaron en mí para mi primer responsabilidad, un rol liderando un proyecto, allá por el 2016 también tenía más dudas que certezas. Mis amigos me convencieron y dije que sí, pero la duda quedó ahí, latente, ¿podré hacerlo? Recuerdo muy claramente que, la directora entonces de esa ONG nos hizo escribir en un papel cuál era nuestro miedo, todos los coordinadores de proyecto teníamos que hacerlo. Yo escribí: “No cumplir las expectativas, lo que se espera de mí”. Luego me dí cuenta que si podía, pero casi al final de esa experiencia. Si bien me sorprendí a mi misma y también entendí que nunca vamos a saber todo, al principio el miedo era muy real, ¿qué pasa si defraudo a quienes confiaron en mí? Luego entendí que la clave es animarse, aún con miedo, hacerlo. Todos estamos aprendiendo.

A veces también me siento una impostora, pero luego recuerdo, vuelvo atrás, a ver cómo empezó este viaje. Otras veces me llegan noticias lindas, el otro día me enteré que en una aplicación para una beca, alguien que conozco escribió que el trabajo que hago y cómo comparto información de educación la inspiró, literalmente escribió mi nombre y mi apellido en su aplicación. Y entonces me quedo pasmada, me descoloco y me genera una emoción tan grande. Inspirar tan sólo a una persona significa tanto para mí, va más allá de cualquier título o reconocimiento. Si se lo hubiera contado a la Sofía pequeña, ¿lo hubiera creído?

“Mucha gente suele ver el final de nuestros viajes, pero no dónde empezaron”. Ni en mis sueños más locos hubiera creído que llegaría a estar donde estoy hoy, pero seguí, aposté y me animé aún con miedo, aún cuando creía que mis sueños me quedaban grandes. Tampoco nunca hubiera imaginado que mis acciones inspirarían a otros, algo que creo que no se compara con ningún premio o escenario y me lo guardo en el corazón. Espero que hagas lo mismo, que creas en vos y que, de tanto en tanto, vuelvas atrás y veas que tan lejos llegaste. 

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