Diarios de Activismo: Una Generación
Este es el inicio de un movimiento, de algo que lo va a cambiar todo: Una Generación, un movimiento de jóvenes por la educación. Esto significa tanto para mi que ni siquiera sé por dónde empezar este escrito, lo que sí sé es que más que elegir palabras lindas, quiero que sea lo más honesto, real y vulnerable posible.
Si hace 5 años me decías que iba a fundar mi propia organización, no lo hubiera creído. ¿Cómo pasó entonces? ¿cómo llegamos a hoy? Ya saben cómo nació mi activismo, por la historia de mi familia. Pero el por qué de trabajar educación y juventud es otro.
A los 5 años mi mamá ya sabía que quería ser médica, a sus 5 años ya sabía que quería hacer el resto de su vida, siempre admiré eso de ella. En mi caso, me tomó más tiempo entender, unir las piezas del rompecabezas de mi historia y descubrir que educación es la causa que me apasiona. En esa búsqueda por entender, por querer hacer algo para transformar la realidad desde mi lugar, es que empezó mi camino por las organizaciones de la sociedad civil. En ese espacio, trabajando con otros jóvenes y creando proyectos es que descubrí mi propósito y algo muy poderoso: el peso que tienen nuestras voces como jóvenes. Mi misión entonces fue lograr que más jóvenes creyeran en el poder de su voz, trabajaran por sus comunidades y se levanten por las causas que los movilizan.
La pandemia me hizo replantearme muchas cosas, entre ellas ese impacto, ese trabajo. Creo firmemente en el trabajo en territorio, creo que allí es donde empiezan los grandes cambios, pero la pandemia me hizo replantear si estaba haciendo lo suficiente, si realmente mi trabajo contribuía a romper barreras mucho más grandes, barreras estructurales cuando hablamos del acceso a la educación. Así pasé de líder comunitaria a activista.
La pandemia removió muchas cosas, hizo sonar nuevas alertas y significó un despertar para muchos respecto a las grandes problemáticas de nuestro tiempo. Durante la pandemia la educación pasó, como nunca, a estar en las portadas de los diarios de todo el mundo casi todos los días. Pero eso no fue lo que más me impactó, lo que más me impactó fue que nadie quisiera escuchar nuestras voces, las voces de la juventud, las voces de los estudiantes que veíamos frente nuestro como nuestro futuro pendía de un hilo.
Ese año era Presidenta de una ONG en Argentina con alcance nacional, es por eso que pude tener reuniones con miembros de gobierno e incluso directores y directoras de otras ONG. Para mi sorpresa, ellos, al igual que los medios de comunicación, estaban interesados en escuchar las voces de docentes y padres y madres de familia, pero no de los jóvenes. Esos actores son clave en el ecosistema educativo pero nosotros, la juventud, éramos los protagonistas de esta crisis, todo lo que pasara en ese momento iba a afectar nuestras vidas para siempre ¿por qué nadie quería escucharnos?
Ese vacío, ese no encontrar a otros que pensaran como yo fue muy desconcertante, muchas veces incluso sentía como si nadie pudiera “ver” eso que yo estaba viendo. Aunque nadie lo creyera, seguí buscando espacios, lugares, jóvenes que tuvieran la misma visión que yo. A la larga los encontré, un gran ejemplo de esto es la Red de Jóvenes y Estudiantes de UNESCO de la que soy parte, el primer lugar donde experimenté una sensación de pertenencia como nunca antes. Al final si había otros jóvenes como yo, que creían con todo su ser que la juventud era clave para salvar nuestra educación, nuestro futuro; y no sólo existían sino que estaban dejando cuerpo y alma en sus comunidades, en sus proyectos, en territorio para lograr que la educación sea finalmente un derecho para todos.
Grandes esfuerzos se están haciendo a nivel internacional por alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4: Educación de Calidad, y empezamos a hablar de la necesidad de crear un movimiento global por la educación, un movimiento sumamente necesario para lograr que la educación sea prioridad en las agendas de gobierno. Un movimiento porque tenemos que ser más trabajando por la educación y comprometiéndonos con ella porque los grandes cambios surgen de grandes demandas y ¿cómo podemos demandar hacer frente a una crisis educativa que no sabemos que existe? Luego de todos los esfuerzos que hicimos con la Red de UNESCO para la Cumbre sobre la Transformación de la Educación de ONU y por la Declaración de Juventud, algo empezó a resonar en mi cabeza, ¿cuál es el siguiente paso? O, como digo yo, ¿qué demanda mi activismo de mí ahora? Esa pregunta es la que define mis objetivos, mis siguientes pasos y en dónde voy a poner todos mis esfuerzos.
Mientras intentaba dar respuesta a esa pregunta pasó el tiempo, y desde todos los lugares, espacios, escenarios en los que estuve seguí empujando, hablando de la importancia, del rol decisivo que jugamos los jóvenes en transformar la educación. Sin embargo, sobre todo a nivel local, me encontré con un panorama muy parecido al 2020, poco interés o creencia en que las y los jóvenes somos ese eslabón clave, ese eslabón perdido que necesitan nuestras políticas educativas: escucharnos, hacernos parte de esas mesas de decisión. Entonces esta idea que estaba en mi cabeza hace un tiempo comenzó a tomar más y más importancia: Si nadie creía en nuestras voces, estamos dando vueltas en círculos y no podremos nunca transformar la educación. Si nadie estaba dispuesto a escucharnos y sumarnos a las mesas de decisiones, entonces no había otro remedio que hacerlo por nosotros mismos.
Es entonces cuando la respuesta a ¿qué demanda mi activismo de mí ahora? se hizo muy clara. Tenía que crear ese espacio yo misma, ese espacio, esa organización que no sólo empujaría porque la juventud sea considerada como agente clave para la transformación de la educación que estamos buscando, sino que sería también el inicio de un movimiento global por la educación. ¿Por qué? Porque creo firmemente en este movimiento global del que hablamos a nivel internacional, pero también sé que todos los grandes cambios son desde abajo hacia arriba y que los grandes cambios de la historia son y fueron colectivos. Por eso una organización, para trabajar con más jóvenes de mi país por la educación que queremos, por reconfigurar el lugar que tienen los jóvenes hoy en el sistema educativo y para movilizar a más jóvenes a trabajar por la educación.
Volvamos entonces al inicio, ¿cómo llegamos a hoy? Casi desde que tengo memoria me han llamado demasiado idealista y sé, soy consciente de que así suena también cuando digo que Una Generación es el inicio de algo nuevo, de un movimiento que lo va a cambiar todo. Pero sólo quienes se animan a seguir su visión, su propósito, por más idealista que parezca, son quienes logran grandes cambios. También dije al inicio que este escrito iba a ser lo más real posible así que te soy super sincera: Esto, fundar una organización desde cero, es de las cosas que más miedo me dio en mi vida, porque soy consciente de la responsabilidad y la magnitud que implica. Pero creo en esto y sé que es el paso a seguir para lograr este movimiento del que tanto hablamos así que pongo acá todas mis fichas.