Diarios de Activismo: Nadar a Contracorriente
No importa cuántas horas trabajes, qué trabajo tengas o cuántas iniciativas lideres. No es suficiente. Como si no importara cuánto esfuerzo hagas para generar un cambio, cuánto sacrificio, cuántas horas sin dormir, cuánto tiempo pensando en nuevas ideas o proyectos. No es suficiente. ¿Alguna vez te sentiste así? Como si quisieras adentrarte en el mar para avanzar, para ir más adentro, pero las olas continúan empujándote más y más fuerte hacia la orilla. Como si no importara cuánto esfuerzo hagas, la ola es más fuerte y volvés a dónde empezaste. Muchas veces ser activista se siente así.
Los desafíos que enfrentamos como humanidad, la falta de acceso a derechos y la desigualdad pesan mucho. Crees en una causa más grande que vos pero nada parece suficiente. Trabajar incontables horas para no ser escuchados, ver que la causa por la que trabajas está más y más lejos de hacerse realidad, sentir el tokenismo en carne propia, ser usado solo para una foto; todo se siente como olas que pegan fuerte. ¿Qué pasa cuando por más que te esfuerces sentís que hay más y más trabas para lograr cambios reales? Si nos sumamos a tantas iniciativas o trabajamos en muchos proyectos al mismo tiempo es porque la presión y la preocupación de que falta tanto por hacer en muy fuerte. No deja dormir, genera ansiedad y nos hace trabajar cinco veces más. Hablamos muy poco de eso, de la ansiedad que genera, que parece que a nadie le importa, o que incluso cuando trabajamos por una causa mayor es muy difícil, movilizar interés, generar alianzas, conseguir fondos, asegurar que nuestra voz sea escuchada y tomada en cuenta. Lograr que seamos parte de las decisiones que dictan nuestro futuro. Seguir luchando por ser escuchados, cuando debería ser obvio que la voz de la juventud es clave porque también es nuestro futuro y porque hace rato decidimos dejar de ser espectadores pasivos.
En el camino hay muchos faros de esperanza como trabajar con otros jóvenes, escuchar más voces, trabajar en comunidad, saber que los proyectos en los que trabajás ayudan aunque sea a una sola persona, todo eso hace la diferencia. Se sienten como una bocanada de aire cuando las olas golpean sin descanso y te da una sensación de que estás en el camino correcto, de que tantos esfuerzos están generando un cambio. Ahí, trabajando colectivamente, creando proyectos desde cero, compartiendo preocupaciones, haciendo “magia” con presupuestos casi inexistentes, VIENDO POR QUIEN TRABAJAMOS, ahí se siente una fuerza indestructible, decidida a no rendirse.
Las conferencias y los eventos de los que participamos son sólo una mínima fracción del trabajo del día a día. La mayoría del tiempo no se ve tan “lindo” o “curado”. El trabajo de detrás de escena involucra mucho trabajo voluntario, horas sin dormir, mandar mails, luchar por hacer más visibles las causas por las que vivimos y sentimos en carne propia, y sobre todo, mucho trabajo en campo, en nuestra comunidad, con los nuestros. Participar de estas conferencias es muy importante y llena de mucho orgullo porque implica llevar las voces de nuestra región y asegurar que sean escuchadas, pero detrás de las sonrisas en las fotos también hay mucho cansancio, una preocupación muy grande por nuestro mundo, y frustración por todos los “no” que recibimos. Una incansable pregunta constante en nuestra cabeza: ¿Cómo hacer más?. La necesidad de trabajar por un mundo más justo pesa tanto que decidimos dedicar nuestra vida a eso, es una verdadera lucha, pero vale la pena. Lograr que este mundo sea un poquito mejor de lo que lo encontramos, que el acceso a derechos no distingan entre raza, nacionalidad, edad, género o creencias, y sean para todos, tiene que valer la pena.
Yo sé que se siente como nadar a contracorriente cuando a otros no parecen importarle los problemas y desafíos que enfrenta nuestro mundo, cuando no somos escuchados, cuando no conseguimos fondos para esos proyectos con tanto impacto, aunque el mundo sea más rico que nunca antes en su historia. Sé que se siente como nadar a contracorriente y algunos días donde parecen más las malas noticias que las buenas. En esos días me gustaría que sepas que somos muchos, que aunque parezca que nadas a contracorriente no estás solo, somos muchos. Y sí, es suficiente el trabajo, esfuerzo y pasión que ponés por esa causa que es tu propósito; tu esfuerzo vale la pena y aunque parezcan pequeño, en realidad es gigante, importa y hace la diferencia. A la larga siempre trabajar duro tiene sus frutos. Aunque no lo veas en los resultados se trata del camino, de la lucha. Generar cambios de verdad es un camino sinuoso, con muchas piedras y donde muchas veces hay que volver atrás para, a la larga, llegar más lejos, pero se trata de ver el panorama completo. Si tus esfuerzos inspiran a otros, movilizan a otros a trabajar por una causa, si alguien se informa sobre ello, o si solo una persona se ve impactada con los proyectos que lideras, sí vale la pena.
Gracias por dedicar tu vida a una causa más grande que vos, el trabajo que hacés si es suficiente, espero que lo sepas. Por último, aunque trabajemos por algo tan grande, tan noble y que es mucho más grande que nosotros mismos, no te olvides de cuidar de vos. Aceptar cuando estamos cansados, aceptar que el cambio no es lineal, darte tiempo para descansar y dar un paso atrás cuando sea necesario. El liderazgo también se trata de eso.
Gracias por ser inspiración y por ser ejemplo. Aunque sea muy duro a veces, aunque se sienta como nadar a contracorriente, si paras un segundo y mirás hacia arriba te vas a dar cuenta que somos muchos nadando a contracorriente, y juntos podemos.